Llamó a la puerta,
era noche cerrada,
helada como los huesos
de los olvidados.
-Ábreme-, me dijo.
-No puedo-, respondí.
Estoy encerrada,
no hay llave que abra
mi incierta morada.
-Tiéndeme tu mano-, me dijo.
-No puedo-, respondí.
He sido marcada,
Mi infausto destino
atrapa mis brazos,
me paraliza, me amarra.
-Acerca tu oído-, me dijo.
-No puedo-, respondí.
Mi fuego se apaga,
no hay voces que puedan
encender su llama.
-Aguardo-, me dijo.
No le respondí.
Y la Vida, obstinada,
se sentó tras la puerta,
a esperar que le diese
la llave de mi alma.
Sahida Hamido
Sahida Hamido
Fantástico y maravilloso, Sahida, enhorabuena, me encanta. Espero encuentres la llave de tu alma. Un abrazo.
ResponderEliminarMuchas gracias, Diego, por visitarme, por comentar y por tus palabras. Un gran abrazo.
ResponderEliminarEtremecedora lucha de la realidad y el mundo de los sueños, cuando no conjugan en este plano del mundo. Espero que pronto consigas el susurro que haga acercar tu oído, la mano que permita que te acerques... y los labios que merezcan tus besos.
ResponderEliminarMis felicitaciones.
La vida, generosa en extremo, sabe encontrar los caminos en su inmensa sabiduría. Qué bellas palabras, Martín, te las agradezco de corazón.
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