Te descubrí, vivo, tras la tormenta
de mil lágrimas que bañan los tiempos.
Viniste desnudo entre sal y bruma,
con belleza cargada de silencios.
Eres luz, aroma a tierra mojada,
sabiduría antigua con sus ecos.
Caminas con la fuerza de la llama
que arranca compromiso de tus versos.
El ave libre, al levantar el vuelo,
muestra al mundo sorprendido, su poder,
conquistando la inmensidad del cielo.
Naces, mueres en lúcido tormento,
y tu magia eterna, tatuada en la piel,
es la sangre que escribe cada verso.
Sahida Hamido
Un texto que enseña aquello que todos escondemos a veces por vergüenza, a veces por temor.
ResponderEliminarUn saludo
Muchas gracias, Luis, por tus palabras, por tu visita y por dejar este sabio comentario aqui. Un abrazo!
ResponderEliminarMe gusta asomarme a tus poemas porque me dejan en calma...entre otras cosas, pero hoy siento eso.
ResponderEliminarGracias por dárnoslos, Sahida.
Un abrazo
Un abrazo, querida Sofía, tu presencia me aporta mucho, como sabes, gracias por Estar, gracias por caminar cerca. Un beso.
ResponderEliminarHermoso. Saludos Sahida :)
ResponderEliminarGabriela
Inerte bajo el manto de Tierra húmeda,
ResponderEliminarcargada de las experiencias de volar ,
fría como el hielo, y cálida como el mar.
No hay piedras sin alma,
ni corazón que olvide amar.
Delicioso Sahida
Muchas gracias, Gabriela, por tu visita y tu comentario, me alegra que te haya gustado. Un abrazo
ResponderEliminarQué bonitos versos, Martín, me siento muy agradecida por tu visita y por tan hermoso regalo hecho poema. Un gran abrazo!
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