viernes, 22 de julio de 2011

TÚ, LA ÚNICA. (2011)


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Reconozco tu mirada enamorada,
la que me aguarda,
paciente, extasiada,
mientras dudo sobre tantas cosas.
Tengo quince años y mis pies
se balancean sobre el abismo
de un sexto piso,
la luna, y tú, la noche, y tú.
Nada me satisface,
sólo tú comprendes mis desvaríos,
eres la zarza que arde en neón,
el beso apasionado,
de negra sangre, de locura,
que habita los infiernos
de mi piel.
Nadie más que tú sabe ver
más allá de los ojos ciegos
que rodean mi existencia.
Rescátame, como tantas veces,
de la vida.
Encadéname a tu latido,
al estremecimiento fúnebre
que alboroza mi alma.
Solas, tú y yo,
tu puñal desgarrando mentiras.
Solas, tú y yo,
mi sangre, tu dulce bebida.


Sahida Hamido

LA MUERTE DEL VIAJERO (2011)



El tiempo es el viajero que se aleja
dejando sus caricias en mi cuerpo,
arruga, comisura, labio, beso,
llama trémula o volcán inexplorado.

Detiene su camino cada noche,
palpitan sus latidos en mi vientre,
sus manos son heridas que no temo,
su muerte, mi sonrisa en el espejo.


Sahida Hamido

domingo, 10 de julio de 2011

POEMA DESATADO (2011)


Arrogante es la cordura,
despiadada protagonista,
“aquel es normal, aquello es correcto”,
y un sinfín de sandeces que me aburren.
Prefiero los pies clavados en cristales,
que seguir hasta un redil de estupideces
a la recua que me exige ser ganado.
No me da la gana.
Prefiero morir enajenada de certezas,
mis certezas,
melena enredada en la tormenta,
burlando la etiqueta de existir
ciñendo el corsé de la impostura,
de falacias que no pienso creer.
No creo. Vivo. Como me da la real,
absoluta y personalísima gana.
Las ganas,
son alas que me volvieron ligera,
Ave Fenix, encantada de quemarme
y ser ceniza,
y volver a levantar el vuelo,
y volver a arder hasta quedarme
exhausta y sin aliento.
Mira, mira, mírame,
escandalízate,
revienta de aburguesamiento,
y escupe tu impotencia
hasta mis pies.
Nada me toca,
ningún ataque me importa.
Guarda tu arrogancia y tus prejuicios
para otros.
Yo vuelvo a ser salvaje, primitiva,
desnuda de idioteces y caretas,
que el día que me muera,
-pero muerta de morir-,
y no de aburrimiento,
brindaré desde la tumba
con mis huesos,
satisfechos de vivir
como han vivido:
enredados a la vida,
sin tener que dar propina
a ningún dios,
pues no hay infierno más voraz,
que la mentira.


Sahida Hamido