
A la barca de la vida
pedí un deseo,
pedí que me cruzara
al otro extremo.
“Sólo hay billete de ida
y no puedes regresar”,
aunque estaba decidida
perdí la oportunidad.
“Un día soltaré amarras
sin que tengas que rogar,
y será obligado el viaje
aunque te quieras quedar”.
Miré absorta aquella barca
¡pobre debilidad!
Y me senté con la vida
“ya habrá tiempo de viajar”.
Sahida Hamido
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