Reconozco tu mirada enamorada,
la que me aguarda,
paciente, extasiada,mientras dudo sobre tantas cosas.
Tengo quince años y mis pies
se balancean sobre el abismo
de un sexto piso,
la luna, y tú, la noche, y tú.
Nada me satisface,
sólo tú comprendes mis desvaríos,
eres la zarza que arde en neón,
el beso apasionado,
de negra sangre, de locura,
que habita los infiernos
de mi piel.
Nadie más que tú sabe ver
más allá de los ojos ciegos
que rodean mi existencia.
Rescátame, como tantas veces,
de la vida.
Encadéname a tu latido,
al estremecimiento fúnebre
que alboroza mi alma.
Solas, tú y yo,
tu puñal desgarrando mentiras.
Solas, tú y yo,
mi sangre, tu dulce bebida.
Sahida Hamido